jueves, 21 de noviembre de 2019


De los Trabajadores y sus aportes


Toda la riqueza que se ha producido y se produce en el planeta es fruto de la tarea de los trabajadores.

De toda esa riqueza producida, un pequeña parte retorna a los trabajadores en forma de salario; el resto se lo apropian los patrones, ya sean privados, el propio Estado o los dos asociados.

En el régimen de esclavitud, el patrón otorgaba (otorga, pero es otro tema) al esclavo el lugar para vivir y la alimentación necesaria para reponer la fuerza de trabajo y trabajar al día siguiente. Con la “libertad” del esclavo y su transformación en asalariado, el patrón ahora le otorga un salario con el cual el trabajador debe solventar su vivienda, su alimentación y de su familia y demás necesidades. En la enorme mayoría de los casos ese salario es notoriamente insuficiente para cubrir esos gastos elementales.

La Seguridad Social surgió a través de la historia como la forma de atemperar o dar cobertura a los trabajadores cuando éstos se ven impedidos de trabajar por causa de accidentes, enfermedad, gravidez y por tanto dejan de percibir su salario. Luego el concepto se fue ampliando a otras contingencias y necesidades e incluso deberían ser incluidos en la Seguridad Social, todos los derechos básicos cuya cobertura es imposible con un salario estándar, como la vivienda, la salud, la Emergencia Móvil, la cobertura fúnebre y otros.

Dice el Artículo 67 de nuestra Constitución: “ … Las prestaciones previstas en el inciso anterior se financiarán sobre la base de:

A) Contribuciones obreras y patronales y demás tributos establecidos por ley. Dichos recursos no podrán ser afectados a fines ajenos a los precedentemente mencionados;
y
B) La asistencia financiera que deberá proporcionar el Estado, si fuere necesario.”

En nuestro caso, la salud está cubierta por un seguro, el FONASA, cuya cobertura se sostiene con un aporte obligatorio diferenciado (8% en el caso de un matrimonio con un hijo), que se suma al Montepío o aporte para las jubilaciones y pensiones (15%) a lo que hay que agregar seguros no obligatorios pero igualmente imprescindibles (y que NO SON baratos, aunque su costo particular si no se tiene la cobertura y se tiene la desgracia de necesitarlo es PROHIBITIVO) como la Asistencia Móvil en Emergencias, los servicios de acompañantes y cuidados y la cobertura fúnebre.

Estos seguros privados contratados tienen también la característica de no tener una cuota proporcional al ingreso sino un costo fijo, lo que implica que su incidencia en los salarios es inversamente proporcional al monto de los mismos: a menor salario, mayor es el porcentaje que se destina al pago de los mismos. Porque estos servicios, si bien no se incluyen en la Seguridad Social que tenemos, cubren contingencias reales de la vida que deberían estar cubiertas por ella, y al no estarlo por tanto requieren de la contratación de seguros particulares que se suman al presupuesto familiar. Seguros sociales que, además, lógicamente se encarecen más por el jugoso lucro de los empresarios privados incluido en su precio.

En algunos países (por ejemplo: en Inglaterra hace más de 50 años) está incluida la cobertura fúnebre en la Seguridad Social.

A todo ello hay que sumar el Impuesto a la Renta de las Personas Físicas (IRPF) para todos aquellos trabajadores que superen los $29.078.-, salario bastante bajo cuyo monto representa la tercera parte del costo de una canasta familiar ($ 86.140.-, según Búsqueda, valor julio de 2019).

De modo que a ese trabajador que produce TODA la riqueza y que se le devuelve una pequeña parte de ella en forma de salario, debe hacer frente a la enorme mayoría del costo de su propia Seguridad Social, mientras que a las patronales que se quedan con la mayor parte de fruto del trabajo, se les han rebajado los aportes al 7,5% (anteriormente eran aportes iguales de patrones y empleados) o directamente se las ha exonerado.

Como hemos visto, además de los aportes para BPS y Salud que vienen descontados del salario del trabajador, éste debe hacer frente al pago de otros seguros inevitables, por lo que entre los descuentos y los seguros pagos de su bolsillo vienen a resultar en un gasto en Seguridad Social total cercano al 30% de su menguado salario, siendo además este porcentaje progresivamente mayor, cuanto más chico es el salario percibido.

Por todo lo antedicho y ante los adelantos sobre algunas medidas a tomar en una próxima reforma de la Seguridad Social, entre las que se repiten con más asiduidad el aumento de la edad mínima de jubilación (tema para otro articulo) y el aumento del porcentaje de los aportes de los trabajadores, nos parece verdaderamente perverso, de una iniquidad sin parangón, sugerir siquiera el aumento de los aportes obreros a la SS SS, puesto que no sólo humanamente no resisten más carga, sino que debería estudiarse la forma de reducir sus aportes actuales o incluir en las prestaciones del BPS coberturas contra contingencias como las que mencionábamos, en un marco de permanente aumento del Producto Bruto Interno Anual, del cual se hace tanta alharaca y propaganda y que es en definitiva fruto del esfuerzo de esos mismos trabajadores.

Es hora de que se pongan a aportar quienes hasta ahora se han beneficiado directamente del sacrificio de los trabajadores y es hora de que los trabajadores tengan un respiro.
Porque hay otras formas de financiamiento,

¡¡¡ NO AL AUMENTO DE APORTES DE LOS TRABAJADORES A LA SEGURIDAD SOCIAL !!!
¡¡¡ QUE COMIENCEN A PAGAR QUIENES TIENEN MÁS !!!

Nelson San Martín

Ponencia de Paloma Navas | FPAJ 2018 | "ENVEJECIMIENTO AE-FECTIVO"